El Ciudadano ilustre de los gases del aire

Miércoles, 14 de Junio de 2023

Ingeniero Francisco Gliemmo, fundador de Gasol Platense, después de 40 años ininterrumpidos en la comercialización de los gases del aire, se retiró.

 

"La evolución tecnológica mejoró la venta de los gases y aumentó su presencia en diferentes ramas industriales. Antes el nitrógeno casi que se lo desechaba, y ahora está en muchos sectores industriales", dice a modo de conclusión de cómo fue la evolución en estos 40 años de estar al lado de la industrialización y comercialización de los gases del aire y el oxígeno medicinal.

Quien afirma esa lectura, es el ingeniero Francisco Gliemmo que en diciembre pasado dejó la empresa que fundó en 1989: Gasol Platense, y traspasó su capital accionario a manos del Grupo Trejo. Ahora se dedica a seguir haciendo su actividad educativa, dirigencial y social en distintas instituciones de La Plata, esa ciudad que primero lo designó como “Ciudadano Destacado”, y después, en el 2022, lo declaró “Ciudadano Ilustre”, por unanimidad en el Concejo Deliberante local.

La historia

“Una tarde mientras trabajaba en SIAT, la fábrica de caños del antiguo Grupo Siam, y que ahora está en manos del Grupo Techint, una persona amiga me llamó para decirme: hay una empresa que produce gases del aire y necesitan una mano para ordenarla. Días después estaba recorriendo la fábrica Gasogena Argentina Sociedad Anónima, GASA, que estaba en Avellaneda”, recuerda Glielmmo y continúa: "era una planta muy interesante, completa y que pertenecía a la familia Diligenti, y la dirijía uno de los ermanos de los famosos quintillizos Diligenti. Le di mi propuesta, me dieron el sí y la total libertad y responsabilidad para llevar adelante y ponerla en orden, productiva y rentable. Me tomé un año de licencia sin goce de sueldo en SIAT, y arranque en GASA en 1981".

Ese fortalecimiento sin sus dudas fue el desencadenante para que una “vez que se estabilizó y logramos mayor preponderancia en el mercado decidieron, en 1987, venderla a Air Liquide".

Ni bien dejó las oficinas y sectores industriales de GASA, el ingeniero Gliemmo mantuvo distintos asesoramientos a diferentes empresas. “Tenía que laburar”, dice entre sonrisas.

Hasta que un día, en 1989, golpearon a su puerta Air Liquide. "Me dijeron de abrir una distribución en La Plata, porque necesitaban crecer en la región. Y así fue como se armó Gasol Platense, con el 51% de acciones de Air Liquide y el 49% restante mío. La dirección estaba bajo mi mando”, detalla la fundación.

Sobre el comienzo comenta que "empezamos con tres personas, algún móvil para traslado cilindros y producto. No mucho más. Al tiempo, agregué a la oferta de gases, equipos para soldadura, seguridad. El concepto fue que en un mismo lugar, el cliente se llevaba todo. Pero a los pocos años, en 1994, cuando ya habíamos alcanzado una presencia importante en la región, el ingeniero Martínez, por entonces director de Air Liquide en Argentina, me dice: “recibí la orden desde Francia de cerrar esta unidad de negocios”. A mí me parecía una locura, y después de conversar un tiempo, se tomó la decisión de asumir el ciento por ciento del capital y desde entonces fui el único propietario".

Además de poner una amplia variedad de productos a la venta, también "éramos la única empresa que realizaba las pruebas hidráulicas de cilindros y matafuegos bajo Norma Iram. Cuando la dejé en diciembre pasado quedaron trabajando 30 personas".

 

El hijo del quintero

Nació en Stío, Salerno, sur de Italia. Y con seis años, en 1948, llegó a la Argentina. Además de ayudar a su papá José, en la quinta que tenía, y a su mamá Rosa, estudiaban en el colegio primario Nº 45, en el Barrio El Mondongo, en la misma escuela de donde salió el gran medico René Favaloro. Luego continuó en el industrial, hasta que ingresó a la Universidad Tecnológica Nacional, y en diciembre de 1967 salió con el título de Ingeniero Químico.

“Fue raro, porque todavía no tenía el título, y en octubre de ese año me aceptan para llevar adelante el Laboratorio de Calidad de la SIAT. Y siempre consideré que todo el desarrollo que realicé en los gases del aire y la soldadura, se lo debo a ese paso por la metalurgia y su ligazón con la soldadura. Entendía lo que se necesitaba”, explica Gliemmo sentado en uno de los bares y cervecería más tradicionales de La Plata: La Moderna, en la esquina de la calle 54 y 5.

En 1964 le dio el "si" a Ana Teresa, con quién está casado desde hace 59 años. Con ella formaron una familia con dos hijos: Flavio y Fabricio. Y hoy disfrutan de tres nietos.

"Sin mi esposa no hubiese hecho nada en mi vida institucional, tanto en la universidad como en los clubes o en las cámaras empresarias que integro. Ella fue y es un soporte más que importante. Siempre estuvo apoyándome y dándome ese espacio", dice a modo de reconocimiento y celebración ante un amor incondicional.

Las palabras se entienden porque además de toda una carrera empresaria, el ingeniero Gliemmo desarrolló una vida dirigencial en distintos lugares. Por ejemplo, fue presidente y fundador de la Unión Industrial del Gran La Plata. Antes estuvo en la Comisión Directiva como secretario y presidente de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA).

Y en el plano universitario, lleva 32 años como profesor en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), una de las tres casas de estudio arentinas que están entre las dos mil más prestigiosas del mundo. “También fui secretario académico”, acota al pasar.

Mientras que en el club de sus amores, ocupó puestos como tesorero, secretario y hasta presidente, en 2004, del histórico y reconocido “el Lobo”: Gimnasia y Esgrima de La Plata.

"Ahora estoy como presidente del Consejo Consultivo para el Desarrollo de la Región del Gran La Plata. Y ocupo una presidencia honoraria también en la unión industrial", dice este hombre que no puede dejar de tener actividad, pese al reclamo de esposa e hijos para que frene la pelota.

Desde siempre sostuvo, tanto en su paso por la universidad como en las cámaras empresarias, que “promover el trabajo, dignifica al hombre”, y explica que “sin conocimiento no se puede competir. Por eso, la ciencia y la tecnología tienen que estar muy ligada al servicio de la producción. Y, principalmente, en las pymes que no tienen los recursos propios como para desarrollar innovación". Toda una sumatoria de conceptos, que define a Gliemmo y su visión de progreso.

"Tenemos un país con una potencialidad pero que se ha autodestruido en algunos aspectos. Sin embargo, yo sigo en la lucha. Y no me resigno a ver esto y siempre digo que falta un modelo productivo que dé valor agregado a lo que producimos. Y eso es a través del conocimiento”, dice a modo de cierre y de trazo de un camino por donde continuar.